Derecho a estar hecha leña

Muchos de mis queridos amigos se asustaron por el mensaje de ayer. !Gracias!, que lindos.
Quisiera decirles que hoy mi corazón amaneció resplandeciente, pero no, les cuento que hoy amanecí igual.
Tenía la esperanza de que Orfeo se llevara mi tristeza enredada entre sus soñolientos dedos, pero no fue así, aún ella está aquí conmigo en medio de mi alma, bien acomodadita.
Creo que tal vez escribiendo, ella sea la que salga corriendo, imagino un lapiz que la empuja y la empuja y ella !necia¡, no se quiere ni levantar de donde está. Imagino voces que le gritan, vete! y nada. Leo y leo libros de superación y las palabras entran como en batallón hasta donde ella está y la patean, la sangolotean, la estrujan y como la más bandida se niega a irse.
Tendré que vivir con esta tristeza, hacerme su amiga, ganarme su confianza y en un descuido decirle: ¡Oye ya es hora de que te vayas! !Yo quiero ser feliz y para serlo me estorbas!
Quizás ese día mi corazón brille, esté libre de cualquier residuo de agobio y con ganas de empezar a recibir visitas, ojala ese día llegue pronto, porque tengo ansias de que alguien entre en él y lo vea como un ajito de...limpio.